Palomiteando con Skyfall

14 July 2013 - Off Topic - Comment -

Cartel de Skyfall

 

 

Hace unos meses, la IMDB me publicó una crítica "Bond se hace real", sobre la película Skyfall. Hoy, con motivo de nuestra reposición privada vía proyector, cine de verano y tal, he pensado subirla al blog, espero que os sea de interés.

 

Desde que Daniel Craig se pusiese en la piel del agente 007, he sentido un renovado interés por la saga. James Bond siempre fué para mí Sean Connery, el hombre inquieto dentro de un smoking que miraba a los ojos de personas de unos egos desproporcionados y les robaba las mujeres con una sonrisa burlona y dos frases hirientes en el momento adecuado.

 

Sin embargo, yo no acababa de casar con ese tipo de personaje. En mi mentalidad, un agente de un servicio secreto al que citan para decirle que en un lugar perdido del mundo, no se sabe cual, alguien, no se sabe quien, había hecho algo, no se sabe qué, sin tener ni idea de cuales puedan ser sus intenciones... necesitaba algo más que una lengua afilada y una mirada seductora. Daniel Craig ha traído a la saga músculo, pero no únicamente fibra, sino espíritu, empuje. Es el bulldog inglés de cara hecha a golpes que sabes que, si te muerde una pierna ya no la va a soltar hasta que te pares o te la arranque. Y no importa ni donde corras, ni cuanto dinero tengas ni lo que hayas deseado al levantarte por la mañana. Él te encontrará, te sacará a rastras de tu agujero y vas a quedarte mirando con cara de pasmo mientras tus planes se hacen añicos.

 

Dicho esto, la película de Skyfall venía precedida de una, a mi modo de ver, fascinante Casino Royale, donde un pedazo de piedra era modelado por la mano experta de una mujer que supo ver belleza en tanta energía desbocada. Me encantó, probablemente una de mis películas favoritas de 2006, pero aquejada de un terrible mal, y era que el malo, el MALO con mayúsculas de cualquier película de James Bond... No aparecía por ningún lado. Una imágen difusa, una sombra en la pared. Pero nada concreto.

 

Dicho MALO con mayúsculas fué presentado en la siguiente película, Quantum of Solace, terríblemente inconsistente y muy criticada. En mi opinión personal, herida de muerte por la huelga de guionistas. A su celebradísimo inicio que sucede inmediatamente al final de Casino Royale, le sigue una cacería por medio mundo en el cual no se sabe si James Bond está delante o detrás de la mira del arma. Me habría gustado mucho ver a donde llevaba esa historia de haber tenido la planificación adecuada.

 

Por el contrario, esta película, Skyfall es trepidante de principio a fin pero de un modo sutil. Por primera vez este Bond se enfrenta a un villano que está a su altura y, paradójicamente, no es un megalómano con aspiraciones mesiánicas o de dominación mundial. No, se enfrenta a la cara oscura de su propio trabajo. Esta vez, James Bond no tiene que salvar un mundo, sino a una única persona de alguien que es tan apasionado, preparado, incansable y despiadado como el mismo. Para mi, una de esas películas que hay que ver un par de veces. La primera para disfrutarla, y la otra para captar todos aquellos pequeños detalles impagables de "aniversario".

 

Una película de madurez en la que no únicamente hay disparos y diálogos ingeniosos, sino un choque de voluntades y puntos de vista al respecto del trabajo mas odioso del mundo. Porque, como bien queda reflefado en esta cinta, el trabajo de un espía es una constante asunción de las responsabilidades y consecuencias de todas y cada una de las decisiones que personas excepcionales se ven obligadas a tomar en situaciones excepcionales.

 

Cierra arcos, abre otros, Bond crece, madura y se hace real. Su mundo se acerca al nuestro de una forma dolorosa e hiriente, y sienta las bases de una saga que se tambaleó por los resultados de Quantum y la crisis de la MGM. Daniel Craig, acompañado de un abrumador Javier Bardem, la correctísima Judy Dench y las nuevas incorporaciones dan un resultado esperanzador en ese sentido. Ideal para una tarde completa en el cine pero no apta para todos los públicos. Fuera de la trama que me pareció tremendamente perturbadora y compleja, si me tengo que quedar con algo, el impacto visual de la fotografía de Roger Deakins (Jarhead) y la acertadísima elección del tema central, que ya es uno de mis imprescindibles en la fonoteca.

 

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